Proyecto Macarons: primer intento y Chantilly de mascarpone a la vainilla

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¡Hola de nuevo! ¿Qué tal va todo? Sí, ya sé que os dije que este año quería tomarme las cosas con más calma, pero más de un mes sin publicar una receta me parece demasiado hasta para mí. ¡Sorry!

He estado cocinando, pero menos de lo que me hubiera gustado. Muchos compromisos los fines de semana, que es cuando yo aprovecho para meterme en la cocina, y una astenia primaveral de la que parece que no levanto cabeza. Además de mi trabajo, que también se queda con parte de mi tiempo.

Pero no quiero que esta entrada se convierta en un discurso quejicoso donde lamentarme. Hoy retomo el blog para contaros mi primer intento (fallido) de macarons.

¿Conocéis los macarons, verdad? Y quién no! Esos pastelitos-galletas de colores y sabores variados, tan ricos, tan monos, tan Pinterest y tan instagramables… Ya os suena, a que sí?

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Pues sí, son tan bonitos y los recordaba tan riquísimos cuando los probé en mi viaje a París hace ya un año, que para celebrar el aniversario de ese viaje quise probar a hacerlos en casa. Ya sabía que era difícil de preparar, que a la primera no salen, y que hay que hacer varios intentos antes de que queden perfectos.

Pues bien, yo me armé de valor, de paciencia, revisé miles de recetas de macarons, me compré un libro especializado para ello…Dediqué todo un día a preparar estos pastelillos y el resultado es el que veis: cualquier parecido con la realidad, no es más que casulidad de la vida.

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Nada que ver con los de Laduree. Eso sí, de sabor, riquísimos.

Realmente, lo que más me complicó el asunto es hacer el merengue italiano. Tenía dos opciones: hacer la masa de las galletas usando merengue francés (más fácil) o merengue italiano (más difícil).

Por si alguien va perdido, el merengue francés se consigue montando claras de huevo con unas varilla, a las que le añades azúcar mientras se montan a punto de nieve. Para el merengue italiano, debes hervir agua con azúcar para hacer un almíbar que añadirás a las claras de huevo mientras las montas con las varillas. Y el almíbar tiene que alcanzar una temperatura de entre 115ºC y 118ºC, ni más ni menos, si no, no sale.

El merengue francés, más fácil, aunque en el libro que compré aseguraban que el resultado no era el de una galleta perfectamente lisa en su superficie, cosa que sí se conseguía con el merengue italiano, que era más difícil de preparar, pero el resultado era mucho mejor.

Y ahí es donde entro yo, tomando sabias decisiones (nótese la ironía), sabiendo que nunca he preparado macarons y que son complicados de preparar, y optando por el merengue italiano, que era el más difícil de los dos. Y por si fuera poco, sin termómetro de cocina para medir el punto exacto al que tiene que hervir un sencillo almíbar. Señoras y señores, sumen todos estos factores y les dará el error que obtuve como resultado. ¡Ay!

Como os decía antes, no todo fue tan catastrófico: de los errores se aprenden (por lo que seguiré intentándolo hasta que lo consiga), y además de sabor estaban realmente deliciosos.

Eran macarons de vainilla, tanto en la galleta como en el relleno, pero viendo que no me iban a salir bien, hice pruebas con colores alimentarios para ver cómo quedaba el resultado. Un color rosa pastel precioso.

El relleno era una crema Chantilly de mascarpone a la vainilla. ¡La muerte en vida! ¡Brutal!

Como los macarons no me han salido bien, no voy a poner la receta de las galletas (seguiré intentando hacer macarons y cuando lo consiga, os lo cuento todo todito (receta, trucos, aventuras y desventuras! 😉 ).

Pero el relleno estaba tan rico, que no puedo guardármelo para mí, así que aquí os dejo la receta.

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CREMA CHANTILLY DE MASCARPONE A LA VAINILLA

INGREDIENTES

  • 200 grs. de queso mascarpone.
  • 50 grs. de azúcar impalpable (es más fino que el azúcar glass, pero si no tenéis, azúcar glass servirá).
  • 200 grs. de nata para montar (mín. 35% de materia grasa).
  • 1/2 vaina de vainilla.

 

PREPARACIÓN

Por un lado, en un bol mezclamos el queso mascarpone con el azúcar y añadimos las semillas de media vaina de vainilla raspada. Mezclamos bien hasta obtener una crema lisa y homogénea y reservamos.

Por otro lado, en otro bol montamos la nata (recuerda que para que la nata monte bien debe estar bien fría, y si metemos el bol 10 minutos al congelador, mejor).

Cuando la nata esté montada, añade un poquito de la nata al bol con el mascarpone y remueve con una espátula de silicona con movimientos envolventes. A continuación, incorpora el resto de la mezcla de queso, poco a poco, procurando que no pierda mucho volumen.

Debe quedar una crema Chantilly bien espesa.

Para rellenar estas galletas, pon la Chantilly en una manga pastelera y pon un poquito sobre cada galleta.

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Por mi parte, nada más. Lo dejo aquí, y espero no volver a tardar tanto en publicar una nueva receta, aunque sé que este mes de mayo será difícil porque me han surgido nuevos proyectos de trabajo que me ocuparán aún más el poquito tiempo libre que me quedaba.

Y seguiré insistiendo en el Proyecto Macarons hasta que lo consiga.

Vosotros cuidaos mucho. Espero veros muy prontito por aquí.

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